Julia Alvarez Iguña

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Lic Julia Alvarez Iguña

Vida Cotidiana

Psicología on Line

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Psicología aplicada al Golf

La motivación de logro: la búsqueda del éxito o la evitación del fracaso.



El deporte es un proceso de logros ya que siempre se compite con otros buscando modelos de superación y de excelencia. El sentido competitivo, más allá de demostrar ciertas maestrías motrices, está relacionado en poder tolerar y soportar presiones tanto internas, provenientes de nuestros pensamientos, como de los factores externos de la cancha.
En una competencia continuamente estamos siendo sostenidos por las miradas y expectativas de otros quienes juzgan, califican y clasifican al jugador según los resultados de éxito o fracaso. Estas costumbres están instaladas en el imaginario colectivo de la sociedad actual y son variables presentes en toda competencia.

Una de las tantas teorías motivacionales en el campo de la psicología es la llamada “Teoría de logro”. Ésta fue desarrollada por David McClealland (1953) quien afirmaba que existe en el ser humano una tendencia a alcanzar el éxito en situaciones donde está implicada la evaluación del desempeño de todo jugador y, que por lo tanto, influyen en los objetivos de rendimiento.
MacCllealland afirmaba que las personas actúan en la vida motivadas por diferentes factores determinantes de personalidad y por factores situacionales.

Los factores de personalidad están representados según diferentes maneras de responder ante una situación: en conseguir el éxito o en evitar el fracaso. Estas formas marcan los aspectos sobresalientes de toda personalidad e influyen en la toma de decisiones según el predominio de una u otra tendencia. Esta teoría también es aplicable a otros entornos como ser el trabajo, los negocios, el estudio ya que en ellos también está implicada la idea de competencia con otros.

Veamos los rasgos sobresalientes:

Los individuos orientados al éxito, están motivados por la fe en sí mismos y la esperanza de triunfo. Eligen situaciones medianamente difíciles, son personas que triunfan, son capaces, y lo manifiestan sin temor. Encontramos deportistas que buscan la realización de acciones exitosas sin importarles nada más que el placer de enfrentar ese reto, de superar sus marcas, de jugarse en el intento. Por ejemplo, los corredores están interesados en mejorar su forma técnica y mejorar sus tiempos y marcas personales. Un jugador de golf, en bajar el score de la cancha. Uno de rugby, en mejorar su tiempo de reacción y velocidad de cancha, etc.

Los interesados en evitar el fracaso buscan tareas fáciles. Presentan una pobre autoimagen y manifiestan sentimientos de desesperanza, para ellos es difícil el control sobre el ambiente, temen al error, están en estados de continua alerta y por lo tanto, renuncian al esfuerzo.

Aquellos jugadores que carecen de una sólida aptitud y autoestima se comprometen poco en el juego para "proteger" su imagen ante un posible fracaso, tienen poca participación y compromiso grupal. En cuanto al trabajo en equipo, cuando la mayoría de los jugadores se siente inseguro, por miedo al error, se retrotrae y espera cómo los otros lo van a solucionar o cómo responde el líder. Busca inconscientemente su protección delegando en él la responsabilidad de la jugada. Éste a su vez, está tan metido en su juego individual, en jugárselas, que toma decisiones que no están de acuerdo a lo practicado, dejando al resto confundido y desorientado en como continuar. El grupo responde delegando la culpa en quien sí supo como defender la jugada ante la ausencia y las excusas de los demás.

Los factores situacionales se relacionan a la percepción de la capacidad, a sus recompensas de acuerdo a la valoración de los otros, se relaciona a lo externo, donde la evaluación del desempeño pasa a ser un elemento importante. EJEMPLOS

Cuando erramos jugadas se pone en duda la capacidad, lastima al ego, es decir, la autovaloración, por lo tanto muchos jugadores evitan tomar grandes riesgos para evitar ser juzgados; no se juegan. Utilizan ciertas estrategias como la excusa o la culpa del otro, o de la cancha, con el objetivo de desligarse de la causa que resaltaría su inhabilidad. Proyectar el error afuera; “No me salió la jugada” genera menos dolor que reconocer su pobre evaluación.

Es así que no toman grandes decisiones (no se fracasa pero tampoco se sobresale); se demoran en la realización de una jugada (no se llega al tackle, se levanta despacio después del error). En el golf piensan demasiado antes de jugar, todo es técnica.
La repetición de estas conductas y estrategias de poco compromiso por miedo a la evolución trae como consecuencia un deterioro a favor de nuevos aprendizajes. Ante un desafío, se repiten viejas maneras de conducta.


Esto genera grandes problemas en el entrenador quien muchas veces repite; “Si ya lo han repetido y practicado infinidad de veces, ¿porque cuando aparece la misma situación cada uno hace lo que quiere? Creo que leyendo y reflexionando sobre este artículo muchos entrenadores empezaran a encontrar la punta del ovillo.

Sugerencias para el entrenador:


El estudio de la motivación de los jugadores y del equipo, no es otra cosa que el intento de averiguar, desde el punto de vista de la psicología, a qué obedecen todas esas conductas de juego en el logro de necesidades, deseos y metas; es decir, investigar la explicación del porqué de las diferentes respuestas.
¿Cuáles son las motivaciones de logro de los jugadores? Conseguir el éxito o evitar el fracaso. Todos quieren ganar, pero: ¿Qué implica para ellos fracasar?

Ante esto es necesario fijar metas realistas, concretas y posibles de realizar enseñando a elegir tareas con dificultad pero adecuadas a sus capacidades.
Cuando las metas a alcanzar son persistentes y el jugador se sacrifica con esfuerzo más allá del resultado, no se centra sobre gratificaciones inmediatas y se comienza a pensar en el objetivo grupal, donde no pierde o gana uno, sino todo el equipó.

Éste debe centrarse en las metas del proceso, del aprendizaje, que produce que los jugadores focalicen la atención en la tarea que se realiza dejando de lado momentáneamente las metas de resultado, sino que se concentre en la acción. Por otro lado, la presión por querer ganar, nos saca del partido, sobreactiva al jugador facilitando conductas antideportivas como ser la realización de penales en contra junto a un resultado adverso. Lo importante es saber cómo un jugador interpreta un resultado y no el resultado externo de su jugada.

A los deportistas más allá de todo lo físico y lo técnico les hace falta entrenar la concentración, elevar la confianza, la tolerancia al error. Un jugador de alto rendimiento debe estar centrado en sí mismo y no pendiente de la aprobación o miedo a la interpretación del otro. Es lo que llamamos fortaleza mental donde el Yo dirige la acción, donde el mundo externo no está implicado en el resultado.
Debemos remarcar que en el deporte se deben tomar riesgos, te puede salir o no, el temor de asumir la decisión provoca la no decisión, y para tomar buenas decisiones, hay que sacarse el miedo a perder, lo que es igual que el miedo al fracaso. Un equipo no puede ser diez en todo, por lo que se debe aprender a tolerar las faltas y poder crecer ante el error.

¿Como preferís perder? Diciéndote miedoso o burro. Si vas a perder, andá a perder sin miedo, al menos diste todo de vos y persististe en el intento. Te dará bronca, pero no quedará nada adentro tuyo dando lugar a tontas excusas. Si quedás vacilando en por qué no lo hiciste, quedás en la duda.
El deporte premia la pasión, la astucia, la convicción por la cual me juego. Si no te enfocás en la situación, es que estás pensando en otra cosa, quedaste enganchado en la jugada anterior, volaste al imaginario exterior, o te fuiste al futuro del resultado: 5% en la jugada, 95% miedo en el resultado y seguramente vas a perder, porque el resultado genera presión.

No hay que jugar con miedo al error. Siempre vas a errar, en un partido todos esos tiros son esperables; entonces, cuando sucedan, que el fenómeno sorpresa no te afecte porque de ellos no se salva nadie. Ante el error es donde se mide el ganador, en cómo tolera el error y en cómo se recupera de él.

Es una ecuación desafío/habilidad. Las debilidades hay que transformarlas en desafíos. Disfruta tu sana adrenalina. ¡Dale, salí y jugate sin miedo al otro! ¡Vos sos el actor principal del tu película!

Lic Julia Alvarez Iguña

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