La psicología y las lesiones en el deporte
In Psicologia de las lesiones deportivasExceso o falta de motivación, temperamento, umbral de tolerancia al dolor y al fracaso, baja autoestima, desconcentración, son algunos de los factores que predisponen la vulnerabilidad a las lesiones, las cuales más allá de su dolor y sufrimiento, influyen en la imagen corporal, social y calidad de vida de todo deportista.
Todos los que han pasado por este estado saben bien cómo altera nuestro comportamiento, los procesos cognitivos, las relaciones interpersonales y estados de ánimo, ya que nos encontramos sumamente irritados, alterados y de mal humor.
Una lesión es un ataque al Yo, es una fuerza que irrumpe desde el exterior causando un repliegue hacia nuestra interioridad en la necesaria elaboración de los afectos dolorosos que producen toda pérdida, en este caso la imposibilidad física que invade la vida del jugador remarcando un antes y un después del juego en sí mismo; el que gana, el que pierde, el que se lesiona.
La psicología del deporte ha venido contribuyendo desde hace ya años a la prevención y rehabilitación de las lesiones. Datos de investigación han estudiado casos donde muchos deportistas juegan mucho mejor después de una lesión y vamos a tratar de entender por qué pasa esto y que procesos intervienen.
En la antigua filosofía de las lesiones en el deporte –muchos de los jugadores de mayor edad lo entenderán mejor- se trataba a una lesión solamente desde la parte biológica y traumatológica. Las emociones y la parte afectiva eran descartadas y, en ciertos casos, la legión de los lesionados no era tenida en cuenta, los cuales se consideraban fuera del equipo y en soledad ante la recuperación, situaciones donde cada uno se tenía que arreglar en su desesperación de la mejor manera que pudiera. Los lesionados tampoco seguían yendo a los entrenamientos cayendo en un aislamiento mayor y más difícil de superar.
A principios de la década del '70 la actitud hacia las lesiones comenzó a ser tenida en cuenta, pensándolas más como causa y efecto de distintos procesos, evaluando no solamente cómo habían sucedido, sino también el porqué y ante qué situaciones se generaban. Esto produjo un cambio radical en la implementación de medidas preventivas como ser alimentación, suplementos nutricionales, dieta adecuada, descanso, ejercicio específico, uso de protectores corporales –casco, hombreras, protector bucal, etc.-. Dentro de lo referido al entrenamiento también se comienzan a implementar nuevos aprendizajes para enseñar al jugador a saber cómo caer, cómo tacklear, diferenciar situaciones peligrosas.
Es así que comienza a integrarse la psicología junto al deporte, estudiando al hombre en situación y en relación de una manera global descubriendo factores predisponentes de personalidad junto a una combinación de condiciones y situaciones que colocaban al jugador en riesgo.
Algunos de los factores predisponentes que la psicología ha estudiado se resumen a continuación.
» Un elevado umbral de ansiedad genera conductas de agresividad y agresión donde el jugador dominado por su impulsividad, ignora datos relevantes de peligro de la realidad.
» Al reducirse el campo atencional se pasan por alto señales e información elemental del juego, desatendiendo sensaciones corporales y dando pie a decisiones equivocadas. El estrés produce un estrechamiento de consciencia donde importante información es dejada de lado.
» Al jugar sobreactivado, es decir por encima del 100%, aumenta el cansancio y el agotamiento, donde el físico muchas veces no tiene tiempo en su total recuperación cayendo en el famoso burnout ante situaciones de exigencia internas o externas.
» La falta de conexión con el dolor físico facilita entrenar más de lo debido o seguir jugando con molestias por miedo a perder el puesto o ser tildado de débil.
» Una prolongada exposición al estrés, produce una caída en el sistema autoinmune, con cambios en el sistema endocrino volviendo a la persona más vulnerable a enfermedades.
» La probabilidad de lesión se incrementa ante una lesión previa y cuando el jugador no se encuentra psicológicamente listo para volver a jugar. En estos casos ante el miedo a la repetición, se tensan músculos que no intervienen en el movimiento de manera defensiva para proteger la zona lesionada. Por otro lado, ese mismo miedo genera temor a jugadas de riesgo como en el caso del rugby, a tacklear, ser golpeado o caer bajando la performance del juego.
Ante situaciones y evaluaciones personales negativas hay tendencia a exceso de entrenamiento. Es una manera de buscar afuera la seguridad que no se tiene dentro lo que genera, en cierta manera, la seguridad adicional de que el sábado se va a jugar bien. Debemos remarcar que es sumamente importante la parte física como lo es la disciplina mental.
Un jugador ansioso, nervioso, rígido, con miedo a lesionarse, no puede permitir que su creatividad y libertad de movimiento fluya, sino todo lo contrario, queda encerrado, encapsulado en su temor, lo que ocasiona un pobre desempeño. Aunque no lo puedas creer, mientras más estés pensando en cuidarte, más difícil será hacerlo ya que solamente estás ofreciendo una resistencia corporal que produce rigidez en tu cuerpo y en tu mente. Si estás jugando y comenzaste a reprocharte “cuidado con el hombro, cuidado con la rodilla”, ese espacio mental de creatividad y juego está ocupado con otro contenido que puede ponerte en problemas ya que estás tratando de hacer consciente algo de tu juego que ya está incorporado, cuando en un buen rendimiento hablamos de un jugar inconsciente de jugadas que se hacen mecánicamente.
El jugador de nuestro tiempo se encuentra de por sí estresado. El ritmo de vida cotidiano no es el mismo de otras épocas, donde se llega cansado, se duerme mal, hay mayores problemas económicos y laborales. Los entrenamientos no ocupan el mismo lugar que en otras épocas donde había más tiempo y distensión para todo. Hoy en día vivimos sumergidos en el reino de la inmediatez y la eficacia. El estrés viene de las demandas exteriores en la búsqueda de los valores socioculturales basados en el prestigio, buscando el éxito en un continuo reconocimiento de la mirada del otro.
Ese gran deseo en juego genera presión. Ante el mínimo error o cambio en el marcador, ante eso que se pierde y no tolerando su pérdida, genera agresión, impulsividad, no se piensa, directamente se actúa por medio de la agresividad verbal o física. Tras la agresividad verbal, sobreviene la tarjeta y hasta podes dejar al equipo con un jugador menos. Tras la agresividad física, podes lesionarte y/o lesionar a otro.
Estos temas también forman parte de la prevención, ya que hay que enseñar el manejo de la emoción y de conductas tanto dentro como fuera de la cancha, enseñar al jugador a cuidarse física y mentalmente.
Si bien muchas de las presiones no pueden ser eliminadas, en cuanto a la prevención y rehabilitación, se le otorga al jugador estrategias y técnicas para amortiguar su impacto. Alguna de ellas son: relajación, visualización, imaginación, autoconversación.
También en cuanto a la prevención es importante la relación medico-jugador y la total confianza que te dé tu equipo de médicos y kinesiólogos. Si confiás en ellos y te dicen “Salí a jugar que estás bien, tu lesión está totalmente curada”, saldrás a competir bajo esa creencia, conservando la capacidad para jugarte y ser capaz de afrontar todos los riesgos porque te sentís asegurado. Pero, si no confiás en tu equipo profesional, seguirás realizando tus propias conclusiones y ante el mínimo dolor –el cual es totalmente esperable ante una lesión- ya te imaginarás que es una nueva señal de alarma de repetir la lesión, aunque esto sea solo verdad en tu imaginación.
Asimismo se debe tratar de analizar cuál es la interpretación que cada uno le da a cada evento deportivo, ya que la carga emocional de cada percepción tiñe del mismo modo la percepción exterior. Esto se explica al ver que cada uno responde de manera diferente ante distintos estímulos ambientales y en relación a diferentes vivencias personales de cada uno.
El soporte social, familiar y profesional y de equipo, es sumamente importante en la rehabilitación. Es poder sentirse sostenido y comprendido ante situaciones de estrés para poder construir nuevamente el sentimiento de seguridad y confianza para volver al deporte. Esta contención emocional nos devuelve en espejo la comprensión del otro y la ayuda a una rápida y más segura rehabilitación. Acordémonos que si bien el jugador de rugby demuestra una imagen de fuerza y poderío, por sobretodas las cosas es un ser con todas las debilidades y conflictos que significa ser
humano.
juliasports@fibertel.com.ar
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1 comentarios:
Hola, la verdad nunca me habia hecho la relacion de un psicologo con un deportista, pero ahora que he leido un poco del tema y en especial este articulo me causa mucha logica todo. En especial cuando trataba de encontrar explicacion que los multiples sentimientos por los que he pasado esas semanas despues de una repentina lesion que al principio crei menor, pero ya me a significado perder varios partidos de mi club...
29/4/19 03:21YY bueno gracias por publicarlo, saludos, valdivia, Chile.
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