Julia Alvarez Iguña

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Lic Julia Alvarez Iguña

Vida Cotidiana

Psicología on Line

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Psicología aplicada al Golf

Personalidad y Deporte



La psicología del deporte no se dedica sólo al estudio de los atletas y de su comportamiento, sino que también se interesa por la adquisición de conocimiento acerca de los grupos, clínica, prevención y rehabilitación, adquisición y entrenamiento de habilidades mentales y motrices, dinámicas de grupos, desarrollo de la imagen corporal, y características de personalidad.
Se han realizado infinidad de estudios sobre personalidad y deporte sin conseguir un criterio en común, pero sí encontramos interesantes conclusiones entre las personas que practican deporte y aquellas que no lo hacen, como asimismo en lo referente a rasgos de personalidad de cada deporte en especial.

Sabemos que la personalidad se expresa a través de la conducta. Según R. B. Cattel, la personalidad es “lo que permite un pronóstico sobre el comportamiento que adoptará una persona en una determinada circunstancia”. La personalidad nos define como un modelo único de ser que se mantiene estable a lo largo del tiempo; mientras que las conductas están relacionadas a los rasgos personales que distinguen y diferencian a los individuos.
Los rasgos de personalidad pueden ser: calmo, dudoso, sumiso, dominante, despreocupado, seguro, sociable, abierto, cohibido, sereno, etc.

Por ejemplo, sentir angustia ante diversas situaciones es un rasgo de la personalidad, hay personas que de por sí son “ansiosas”, o sea, se muestran más ansiosos que la mayoría de las demás en similares situaciones. Nos estamos refiriendo a un estado de personalidad. Mientras que un rasgo de personalidad sería sentir angustia antes de convertir un penal o ante el cierre de un partido; sería una reacción frente a una situación especifica sin formar parte de él de manera estable. Se opone al concepto de estado ya que éste es permanente.
Podemos situar a dos jugadores con idénticas habilidades e idénticas presiones; por ejemplo, la jugada decisiva del partido, frente a ella cada uno tendría reacciones de ansiedad completamente distintas debido a sus respectivas personalidades. Uno podrá ser más tranquilo (ansiedad-rasgo) y no percibe la jugada clave del partido como excesivamente amenazadora. Mientras que el otro podrá presentar un nivel elevado de ansiedad-estado, y, en consecuencia, siente que la situación de patear para ganar el partido es muy peligrosa por lo que su nivel de ansiedad es enorme. Se suman su nivel de ansiedad-rasgo más su nivel de ansiedad-estado. Este es un dato importante para que el entrenador tenga en cuenta ante un partido difícil y poder seleccionar al jugador que realizará la jugada definitoria: el que sea menos ansioso.

Otros de los rasgos que sobresalen en los deportistas es que poseen una mayor resistencia mental ya que están acostumbrados a sobrellevar las exigencias que el deporte impone como ser: entrenamiento, competencias, disciplina, constancia, voluntad, control en situaciones de presión. Algunas teorías afirman que la participación en el deporte desarrolla características que difieren de los no deportistas, los cuales son más introvertidos, dependientes, ociosos, con niveles bajos de voluntad y motivación.

Asimismo, para un deportista es muy importante el poder integrar en un Yo la dualidad cuerpo-mente, poder estar centrado física y psicológicamente en la acción: un Yo físicamente fuerte junto a un Yo mentalmente seguro actuando en armonía.
Los que poseen determinados rasgos de personalidad se acercan más a los deportes, y en los que permanecen en el tiempo en esa actividad se van reforzando sus niveles de extraversión y estabilidad emocional. Richard Cox, profesor de Ciencias de la Universidad de Pittsburgh, lo vincula con la teoría del darwinismo relacionado a la supervivencia del más apto, dejando en el camino a los que flaquean ante las adversidades que el deporte implica.

Además, la personalidad difiere en los distintos deportes.

Los que forman parte de un equipo son más ansiosos, dependientes, extravertidos, arriesgados, ya que la responsabilidad es repartida entre muchos. Los que pertenecen a la categoría de deportes de contacto como el rugby, fútbol, polo, son personalidades más agresivas, impulsivas, con mayor tolerancia al dolor y a la fatiga.

Los que practican deportes individuales como el golf o el tenis, tienden a ser más imaginativos, atentos, competitivos y centrados en sí mismos.


En los deportes de combate sobresalen cualidades como valor, seguridad, perseverancia, esfuerzo y capacidad de soportar desafíos, independencia, velocidad de reacción y de pensamiento táctico. Estas habilidades innatas o adquiridas, necesitan una gran cuota de aspectos volitivos de la personalidad para llevarlas a cabo, las cuales van a incidir en la motivación y en los mecanismos de control y reacción. Los deportes sublimados de la guerra implican personalidades tenaces, son los grandes gladiadores donde impera la rapidez, decisión, coraje, autocontrol emocional ante las dificultades externas como ser un mal arbitraje donde las cualidades agresivas de la conducta deben poder ser controladas y canalizadas con rapidez. El proceso de pensamiento debe apoyarse en mecanismos de rápida información y solución de tareas ya que no se puede llegar tarde a la acción sino “sos hombre muerto”. Se necesita poder procesar tanto la información del equipo como del rival y poseer una rápida lectura acerca de los movimientos del adversario para actuar con rapidez. En cuanto a la atención, no se puede perder de vista ni por un minuto el objeto de la jugada, por lo que se debe poder poseer altos niveles atencionales.

Los que entran dentro de la categoría de los súper atletas, como corredores, maratonistas, ciclistas, son las personas que se dedican a actividades de resistencia, son más individualistas, disciplinados y de férrea voluntad.

Cuando se inicia una actividad deportiva, las personalidades son más heterogéneas.
Cuando un deportista va ascendiendo en posiciones, los tipos de personalidad se tornan más homogéneos. Sin embargo, a medida que se avanza en la zona de rendimiento, comienzan a diferenciarse según sus diferentes rasgos de personalidad. En algunos prevalecen sus debilidades mientras que en otros se consolidan sus fortalezas.

A modo de síntesis, podemos afirmar que la práctica del deporte no modifica la personalidad sino que acentúa y reafirma aquellos rasgos necesarios e imprescindibles que debe poseer todo atleta. En el deporte, igual que en la vida, uno se desarrolla de acuerdo al nivel de exigencia diario. Si no nos exigimos no hay rendimiento. Si no poseemos voluntad, no existe la motivación. Sin motivación no poseemos sentido de acción, de progreso, de superación. El continuo enfrentamiento de adversidades nos hace fuertes ante la tolerancia al error, ya que para alcanzar la cima debemos haber pasado por infinitos “infiernos” y el resultado final es el que nos muestra la realidad, donde no todo es placer, y para poder crecer debemos soportar todas las adversidades a las que el deporte nos enfrenta.

Lic Julia Alvarez Iguña

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