El deporte no es un momento futuro, es, antes que ello, el momento presente
In Atención y ConcentraciónLa actitud mental de poder centrarse en el presente es esencial para ganar o simplemente para dar lo mejor de cada uno. El concepto de “jugar el presente” es bien conocido por el círculo del mundo deportivo. Sin embargo, no todos pueden implementarlo debido a la ansiedad anticipatoria que generan ciertos torneos.
Cuando la mente y el cuerpo están sincronizados en el movimiento están unificados en un solo propósito y funcionando en el mismo lugar y al mismo tiempo. El jugador para realizar una buena jugada debe poder estar concentrado y atendiendo a lo que tiene que atender. Cuando se está pensando en el futuro o en el pasado es cuando las dos líneas de tiempo se unen, no dando lugar al “aquí y ahora” de la acción.
Todos hemos pasado por situaciones de derrota y cuando se presenta una situación similar los pensamientos negativos comienzan a visualizar la misma escena que guarda en su memoria dando lugar a la inseguridad, la desconfianza y el miedo a repetir aquel error. La mente comienza a divagar sustituyendo la experiencia presente por otra que viene a reemplazar la que estoy viviendo.
La información del mundo exterior es captada por la percepción que me brindan los sentidos, y esa información es elaborada y transformada en un pensamiento. Estas experiencias forman parte de nuestro archivo de vivencias conscientes e inconscientes guardamos gracias a la memoria.
Los recuerdos se hallan moldeados por las emociones y se evocan siempre de la misma manera. Si recordamos que cierta situación fue agradable, trataremos de repetirla ya que está motivada por el empuje que nos lleva a buscar una satisfacción que nos da placer. Si por el contrario fue desagradable, por miedo a repetir esa sensación dolorosa la evitaremos. Por eso cuando una actividad es placentera nos lleva a repetirla con el objeto de conseguir más placer y diversión. Nos distiende y, por lo tanto, al sentirnos seguros logramos concentrarnos en la acción presente.
Cuanto más jugamos más vamos perfeccionando el juego cambiando metas y objetivos. Pero también guardamos recuerdos negativos de partidos perdidos, jugadas mal hechas, indecisiones mal tomadas adquiridas a lo largo de nuestra experiencia en el deporte que nos enfrentaron a emociones desagradables.
El juego, en momentos tranquilos, permite a la atención focalizarse más nítidamente en lo que tiene que hacer. Cuando queremos realizar un movimiento o jugada, primero la armamos mentalmente, luego el cerebro dará la orden de ejecución para que el cuerpo la lleve a cabo. Esta acción no necesita emociones, estas son las adicionales que le ponemos para confundir la mente como un mecanismo de defensa ante lo que puede suceder.
El deportista debe tomar riesgos. La jugada o la acción puede terminar bien o no, pero el temor de asumir la decisión provoca la no decisión, y para tomar buenas decisiones debemos sacarnos el miedo a perder. Ya sabemos que no somos perfectos y en cualquier momento puede surgir lo inesperado, pero lo importante es saber cómo volver a andar y que hacer con el problema.
Las críticas por los fallos que cometemos, hacen que un error se transforme en varios, ya que al antes realizado le sumamos los que cometemos mientras todavía estamos pensando en el primero. Error y pensamiento en cadena. El problema no está en la técnica sino en la forma en que nos pensamos con que hicimos, lo que lleva a generar un destiempo en nuestro tiempo interior presente, perdiendo el sincronismo ya que la mente queda en milisegundos atrás y no ordena en tiempo y en forma el movimiento muscular correspondiente. Ese milisegundo estuvo ocupado por la duda y que para los espectadores es un momento de indesicion.
Cuando jugamos, la mente debe estar limpia y el cuerpo suelto para cada acción. Para sentirnos cómodos realizá algunas respiraciones profundas, (ver articulo de respiración) centrate en qué querés hacer para llamar a la memoria motora y visual y jugar desde el primer momento teniendo específicos objetivos en el presente.
Este “jugar el presente” supone un entrenamiento en determinadas técnicas que tienen como propósito conseguir que la mente esté abierta a los estados mentales tal y como aparecen en la conciencia, dejando afuera toda sensación emocional, pudiendo llevar quietud y calma a la mente y centrarse en el propósito del momento presente sin juzgamientos. Para entrenar la confianza, todas las experiencias negativas deben dejar de existir. Hay que borrarlas del archivo de recuerdos, y recuperar y sostener aquellas que nos hicieron vibrar ante cada tiro. Cuando venimos perdiendo, la mente se satura, comenzamos a viajar por el tiempo. Debemos bloquear los pensamientos, pensar en el ahora, y alentarnos interiormente a través de la autoconversación positiva. Las palabras tienen gran poder y nos pueden elevar o destruir.
Que la palabra nazca para construir y no para castigarnos. “Saber jugar el presente”, para eso debemos transformar la presión en rendimiento, convertir las capacidades en habilidades y poseer la motivación en ser cada día mejores para poder disfrutar en el aquí y ahora el deporte que tanto nos apasiona.
Ejemplo de una situación posible
Imaginate que tenés que dar un discurso ante el público. Puede ser en una rueda de prensa o en la ceremonia final donde sos el elegido para representar a tu equipo o club. En solo pensar en lo que tenés que hacer tu interior es de completo drama. “Seguramente me voy a equivocar y la gente se va a reír. Me voy a olvidar de lo que tengo que decir y voy a pasar vergüenza”. Tu parloteo interior está asociado a emociones de miedo y situaciones de inseguridad vividas anteriormente. Sentís sensaciones corporales, sudor, palpitaciones sin darte cuenta de que vos mismo vas distorsionado la realidad. Antes de hablar, ya pasaste toda la película en un tiempo presente transformando algo que todavía no sucedió en una virtual ejecución de tu persona.
Imaginate la misma situación, pero esta vez vas a ser conciente de lo que sucede a tu alrededor. Observás un cierto e inevitable cosquilleo en tu cuerpo y extrañas sensaciones que son totalmente esperables debido a la exposición ante lo desconocido. Te vas a conectar con el público y a sentir calma en tu interior. Vas a aceptar sin juzgar las sensaciones que pasan por tu cuerpo pero no caeras en el caos emocional ya que te sentís seguro. Elegiras sentirte en el tiempo presente y no dejarte llevar por situaciones imaginadas e inventadas por vos. Desde esa calma, tus palabras comenzarán a fluir como bien sabés hacerlo y verás al público de una manera más realista y en contacto con otros seres que son tan vulnerables como vos.
Ejercicio para centrarte en tu presente
Sentado o estirado en una posición cómoda, relajá el cuerpo y conectate con tu respiración. Si podés escucha música tranquila que te ayude a conectarte con tu interior.
Concentráte durante un rato en poner la mente en blanco, centrándote en el sonido y el ritmo de tu respiración, y comenzá a viajar tratando de sentir las mayores sensaciones que puedas, olfativas, visuales, táctiles, auditivas, gustativas. Imaginá que estás en una playa de arena blanca, tendido o caminando. La arena es fina y blanca. Las aguas del mar son cristalinas de un turquesa intenso y bañan tus pies. La brisa te acaricia suavemente el cuerpo y mueve tus cabellos. Sentí el calor del sol en el cuerpo, la arena entre los dedos, el spray del mar en el rostro, el agua que salpica tus brazos y piernas. Ahora imaginá que estás flotando en el mar completamente relajado sin ofrecer resistencia y dejándote mecer por el tranquilo oleaje del agua. Sentí que tu cuerpo se calienta y se vuelve pesado mientras los rayos del sol difunden un suave calor sobre toda la escena.
Ahora andá más lejos. En ese mismo estado de relajación imagináte cómo te sentirías en un antes o después de un partido, totalmente centrado en tus sensaciones, sin hablar. Imaginá tu cuerpo adquiriendo fuerza y funcionando perfectamente. Conectáte con tu respiración, el aire entra y sale junto con todo el cansancio y el estrés del día. Cualquier emoción que pudiera sacarte de tu concentración está fuera de vos. Toda tensión se va con cada exhalación.
Te quedás solo con la visualización y la sensación de esas buenas jugadas que tan bien sabés hacer. Te conectás con los latidos de tu corazón y la sangre limpia, purificada y oxigenada que recorre tu cuerpo alejando todo mal pensamiento que pudiera surgir.
Imagínate a los glóbulos blancos, los que te defienden de las enfermedades, como guerreros que arrastran todo lo negativo y amenazador y lo expulsa de tu cuerpo para siempre. Al mismo tiempo visualizá las oleadas de sangre limpia y fresca, rica en oxígeno, que baña y alimenta tus tejidos, los refuerza y vivifica.
Luego de tu partido conectate con tu cansancio provocado por la tensión y si te duelen los músculos pensá en ellos en cómo se relajan y se estiran desde la parte superior de tu cuerpo hasta tus extremidades. Imaginá que tus palpitaciones disminuyen al mismo tiempo que tu cuerpo entra en un estado de calma, de relajación, recuperando fuerzas para tu próximo partido.
Lic Julia Alvarez Iguña
Psicología aplicada al deporte de Alto Rendimiento
Juliasports@fibertel.com.ar
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