En un partido suceden cosas, donde se esta continuamente influenciado por el entorno, por una realidad que cambia a cada momento, y por diferentes estímulos sensoriales, auditivos, táctiles, visuales, emocionales, etc., que influyen en la capacidad de respuesta del jugador.
La atención es una función de la percepción, que actúa como filtro ante una gran variedad de estímulos decidiendo cuáles son los más importantes para la acción, mientras los irrelevantes son ignorados; o sea le damos prioridad a ciertos mensajes, y otros los dejamos de lado.
Pero en momentos de mucha presión, el jugador se distrae y no sabe a que atender. La mente entra en confusión, se divide entre lo que ve, lo que escucha, lo que siente y sus emociones.
El rugby es un deporte de movimientos muy rápidos, con una alta activación, donde la capacidad de elaboración es corta y el foco de atención reducido, por lo que se necesita filtrar la mayor cantidad posible de información para optimizar la tarea. Si no estamos atentos suceden los errores que muchas veces vemos en un partido.
La mente no puede atender a dos cosas a la vez, no puede centrarse en funciones o mensajes múltiples. Ejemplo clásico, no podemos hablar por teléfono y conducir un auto: se divide la información en dos, y seguramente o perdemos datos de la conversación, o no atendemos a lo que sucede en el exterior, disminuyen los reflejos motores esenciales en la conducción. Nuestros movimientos son torpes al querer ejecutar alguna maniobra. De hecho muchos accidentes suceden ante este ejemplo.
Lo mismo sucede en un partido, pero donde la situación es más compleja porque se introduce el elemento “presión”. Mas allá de las presiones externas (el publico, los cantos de la hinchada, el rival, la presión del resultado, los gritos del entrenador), el jugador está influenciado por sus presiones internas (pensamientos, experiencias, dudas, interpretaciones), originando ciertas expectativas para percibir las cosas de determinada manera.
Ante la duda, la presión, el miedo a errar, o cualquier otra sensación emocional, el objeto de la atención se desvirtúa. Se introduce demasiada información, se entra en un estado de confusión y caos emocional. Los movimientos son torpes, descoordinados y pesados, comienzan a surgir errores que influyen en el rendimiento. El jugador los atribuye a su calidad de juego, cuando en realidad se debe a su inseguridad y a la poca claridad de su campo atencional.
¿Porque si en el entrenamiento sale todo bien, en un partido no se puede poner en practica? Por este motivo; la presión nos saca de foco.
Para poder trabajar sobre ello, es importante poder descubrir cuales son los distractores que se repiten y provocan la pérdida de la concentración en cada jugador, o en el equipo en general. Para ello se trabaja individual o grupalmente en distintas situaciones y con diferentes tecnicas especificas dentro y fuera de la cancha.
COMENCEMOS A ENTRENAR ELEMENTOS BÁSICOS.
1. Saber a que debemos prestar atención.
2. Saber cuando estar atento, poder entrar y salir del partido con facilidad.
3. Centrarse en la acción inmediata del juego y no divagar por errores pasados o volar al futuro del resultado.
4. Evaluación de la activación; tanto si estoy desmotivado con niveles bajos de atención, jugando en un 70% de mi juego, o sobreactivado, en un 120%, surge el bloqueo atencional para poder obtener el 100% de rendimiento.
5. Focalizarse en pensamientos positivos. De acuerdo a como nos pensemos, así actuaremos.
6. Centrarse en la respiración, y el autodialogo.
La atención es el arte de vaciar la mente, eliminar la duda, ejecutar la acción con seguridad. No se puede tratar de anticipar aquello que todavía no sucedió. Esto genera vacilación y es la puerta abierta a la desconcentración.
La clave es estar, ver y hacer. Jugar libremente, y no controlar o llenar la mente con expectativas o interpretaciones irreales.
juliasports@fibertel.com.ar
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