
Un viejo dicho inglés dice “el fútbol es un deporte de caballeros jugado por villanos, y el rugby es un deporte de villanos jugado por caballeros”.
Históricamente el fútbol tiene su origen en la célebre reunión en la Freemason’s Tavern de Londres en1863, en la que jugadores de distintas escuelas practicaban variantes del “fútbol” y así intentaron llegar a un acuerdo para unificar las reglas. Esto produjo una división entre quienes querían prohibir el uso de las manos para controlar el balón y los que sí preferían reglamentarlo. Los primeros fundaron el llamado “Footbal Asociatión”; y los segundos, liderados por los representantes de las escuelas de rugby, fundaron años más tarde (1871) la “Football Rugby Unión”.
Luego de su separación a mediados del siglo XIX comenzaron a presentar ciertas diferencias uno del otro, como ser: fuerza y choque contra habilidad; juego limpio contra juego desleal, táctica sobre estrategia, individualidades versus juego en equipo, simpatizantes exaltados vs. hinchas violentos.

Podemos caracterizar al fútbol y al rugby profesional como deporte y como negocio teniendo al dinero como factor elemental. Nadie quiere quedarse afuera sobretodo en el fútbol ya que cotiza alto en el mercado. Este proceso, donde el jugador es libre de elegir el camino que quiere tomar para lograr el ansiado éxito, permite que en las victorias –al contrario de lo que sucede en el rugby- se imponga una jerarquía donde no es lo mismo ganar de un modo que de otro.
El rugby es un juego de grandes virtudes, un deporte de caballeros por la dureza del mismo y por los valores con que se debe actuar dentro y fuera de la cancha, ésa es la gran diferencia con otros deportes grupales. Es un deporte con un fin en sí mismo: divertirse con amigos, superarse a sí mismo, ser feliz, competir.
Ambos deportes entran en la categoría de deportes populares, hemos escuchado definir al fútbol como deporte de multitudes y en la consecución del triunfo no siempre se utilizan conductas centradas en la meta. Cuando la ansiada jugada no se obtiene se aleja del espíritu del deporte, de la solidaridad, del esfuerzo, del “fair play” para cometer dudosas acciones morales que nada tienen que ver con los valores del deporte. Podríamos pensar que ciertos valores del juego se están perdiendo por el excesivo énfasis en el resultado y en el ganar a cualquier precio.

Este video me disparó la idea de escribir acerca del porque, y ésto no solo en el futbol, hay necesidad de hacer trampa.
Cuando se hace trampa predomina un doloroso sentimiento de desvalorización reemplazado por la creación imaginaria de una situación de triunfo.
Lo importante no es el tanto en sí, sino la imagen ilusoria de triunfo junto a su contenido afectivo. El que supera la situación es el que gana, el que triunfa, el que puede.
El deseo de aprobación, de éxito, de no querer pasar vergüenza, son todos elementos que influyen en la autoestima. El engaño es una manera de sentirse bien consigo mismo donde no es tolerable el perder, el error, donde se engaña a uno mismo.
Podemos utilizar ciertos conceptos básicos de una denominada “Teoría de la necesidad de logro”, que ya definimos en otro artículo y que la emplearemos nuevamente para comprender el tema.
En todo deporte hay competencia, todos quieren alcanzar sus objetivos y para llegar a ellos existen dos clasificaciones: meta orientada en la tarea, o meta orientada al ego.
La meta orientada en la tarea implica demostración de habilidades, de mejoras personales, de superación de nuevos objetivos, con un elevado nivel de esfuerzo como auto-referencia.

Mientras que el jugador auténtico se juega por su deseo, el que necesita engañar para obtener lo deseado, debe manejar de antemano qué versión anticipada le dará a su jugada.
Es cuando hablamos de una motivación vacía que difícilmente se sostiene a menos que se consigan resultados deseados.

El rugby forma parte del mundo materialista pero no cae en ventajas personales. Es un deporte de equipo donde el habilidoso y el brillante se pierde en lo colectivo del equipo. Cada partido es una gran batalla, un deporte que se juega contra un rival en un pacto de caballeros, donde ese adversario podría pasar luego a ser un amigo para toda la vida. La motivación del rugby está centrada en el juego más allá del beneficio económico que se pueda extraer. De ahí esa garra y corazón, esa profunda emoción que ya vibra al cantar el himno, ese incansable jugador “todo terreno”, donde si bien se busca ganar, se encuentra más en juego la excelencia, la pasión por la camiseta donde el esfuerzo y el trabajo bien hecho hacen la diferencia.
Lic. Julia Alvarez Iguña
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