
Una de las causas más repetitivas que producen un bajo rendimiento, bloqueo y/o depresión, está relacionada a las lesiones físicas, mentales o las llamadas “trauma”.
La lesión puede ser real, física, como una muñeca rota, un esguince de tobillo,unafuerte colisión produciendo una mala caída. Pero el trauma de la lesión puede instalarse de una manera más sintomática y mental que la física.
Bien sabemos que en la etapa de recuperación se teme hacer malos movimientos o caerse en el gimnasio, como asimismo sentir cierta clase de depresión ante la pérdida simbólica de la posición obtenida en el equipo, o la exclusión temporal del equipo en su post-lesión.
Estas experiencias físicas y emocionales parecen abarcar a ciertos jugadores en su totalidad -neurológica y fisiológicamente- apareciendo luego problemas de rendimiento ante su incorporación. Es cuando se instala un síntoma latente con el consecuente miedo o “trauma” a una posible repetición de la lesión.
Estos miedos muchas veces son reforzados inconscientemente por padres y entrenadores quienes recalcan en sobre exceso el tener cuidado a volver a golpearse, a protegerse, a evitar cualquier situación de posible riesgo. Estos cuidados externos, solamente logran una más lenta recuperación y una caída en el rendimiento. Vanos serán los esfuerzos del jugador por salir de ese laberinto de temor y frustración, lo que transforma toda situación peor, de lo que realmente es.
El dolor físico no es comparable con el desorden emocional por el que pasa el jugador. Miedo a perder el lugar, estar fuera de juego a su regreso, perder su tonicidad muscular y práctica de juego, la pérdida de pertenencia dentro del equipo, del campeonato, todo el esfuerzo y el sacrificio de duros entrenamientos en vano.

Su rendimiento cae en picada, el equipo técnico advierte el cambio de su actitud, y debe buscar una solución, que muchas veces está fuera de la cancha.
El síntoma se inserta en la mente del jugador, y actúa como posible amenaza. Muchas veces no se da cuenta, de que su bajo rendimiento, se disfraza bajo el miedo a la lesión. Trata de encontrar diferentes respuestas a su bajo nivel de juego, y en la mayoría de los casos, dejan de jugar no encontrando más alegría en el juego. Entrenadores y padres ven claramente que algo no anda bien pero no saben cómo ayudar.

¿Qué ha sucedido para generar cierta conducta? El trauma está vivo y latiendo en su mente sin tiempo, con toda la carga emocional de aquel primer momento de la lesión. Sus efectos mentales producen una herida, una huella psíquica, una carga que no se quiere volver a repetir, debido a no volver a enfrentar ese cúmulo de emoción sufrida.
Cuanto más nervioso se pone, sus músculos más se tensan. El jugador no arriesga, juega pasivamente o se corre de la jugada. Sus cortos movimientos, lentos reflejos y reacción tardía, disminuye la velocidad física y mental. El miedo a lesionarse, y a jugar mal, se unen impidiendo rendir al máximo.

Sabemos que el organismo tiene una natural tendencia a estar saludablemente bien. Cuando nos encontramos enfermos o lesionados las defensas de nuestro organismo decaen. Cuando nos herimos, nos cortamos, hay un incremento de sangre en la zona lesionada acompañada por un gran ejército de glóbulos blancos, para ayudar a combatir cualquier clase de infección. La herida comienza a cerrar de acuerdo a su propio mecanismo de curación.

Es una situación similar a la de un veterano de guerra que, ante un sonido o una visión, vuelve a revivir la misma situación de batalla, con todas sus imágenes sentimientos, y emociones, quedando inhibido o paralizado en la acción.
Los miedos bloquean la mente. El jugador debe sentirse seguro. Cuanta más angustia transmitan padres y entrenadores, sólo servirá para incrementar más el miedo, ya que son premisas de personas significativas en la vida del jugador, que únicamente lograran hacer revivir el acontecimiento. Nadie quiere intencionalmente sentirse paralizado, shockeado, jugar mal. Luego de una lesión no se lo debe demandar ni esforzar. Decirle “vamos, vos sabias hacerlo”, eso de nada sirve. El jugador siempre querrá jugar bien. No es una simple decisión de jugar sin miedo cuando sus raíces son mucho más profundas. El deportista necesita ayuda para eliminar el trauma de su mente y su cuerpo. Como adultos debemos darles todo el apoyo y comprensión y la ayuda de un profesional.
Lo pasado, pasado está. Éste debe ser un nuevo ahora donde la lesión sirvió como aprendizaje para futuras situaciones y como parte del entrenamiento mental del jugador.
1 comentarios:
que buen articulo!!! el tema de las lesiones es un tema que se vive dia a dia, y se cree que solo se necesita la recuperaciòn fisica para volver a la cancha a jugar, pero todo va màs alla.. el cuerpo hace lo que la mente dice!!!
1/11/10 23:06Publicar un comentario