Julia Alvarez Iguña

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Lic Julia Alvarez Iguña

Vida Cotidiana

Psicología on Line

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Psicología aplicada al Golf

Los chicos juegan, los padres alientan.


La educación y trasmisión de los valores del deporte, no sólo es tarea del entrenador y su club, sino principalmente de los padres. Los padres educan más con el ejemplo, que con las palabras, son un modelo a seguir, favoreciendo que el deporte aporte enormes beneficios, o se transforme, en un elemento constante de presión.
Cuando uno es pequeño no compite, juega para estar con sus amigos, aprender un deporte, sentirse bien, divertirse. Se quiere ganar, pero para sobresalir, para sentirse reconocidos por su familia, una de las elementales necesidades del ser humano, pilar donde se funda la confianza y la autoestima.
Las presiones de los padres son las que más les afecta, ya que en esa relación, está involucrado el cariño de los que más se ama, esperando esa mirada en espejo de apoyo, delante de los cuales necesita sentirse reconocido y aceptado.
Muchas veces los padres gritan, los chicos juegan, y es en la competencia, cuando se ven sus peores cualidades.
Los padres deben apoyar la tarea del entrenador, respetar su función, alentar, no destruir, cambiar la pregunta ¿te divertiste? por la de ¿ganaste? sin personalizar a los chicos como ganadores, o perdedores, y transmitiendo la idea, de que la victoria no lo es todo. Lo más importante, es como se logró, premiando el esfuerzo, y la dedicación.
Cuestionan las decisiones del entrenador, o del réferi, faltan el respeto, hasta llegan a insultar, si no les es de agrado la decisión tomada. Esta es una manera de saltar jerarquías, no respetando funciones y roles específicos; el padre es padre, el entrenador es entrenador, el réferi es réferi. En estos casos de “padres entrenadores”, el niño se encuentra entre dos fuegos, escucha una doble comunicación, y no sabe a quién hacer caso. Haga lo que haga, no acertará, ya que la duda, la confusión, lo bloquean, y no quiere quedar mal con nadie.
El modelo perfeccionista de algunas personas se traspasa a los hijos. Es que, si nosotros somos perfectos, ansiamos la perfección en nuestros hijos, pues son nuestros. Son los padres narcisistas, que no permiten un error, y critican a sus hijos, ya que ellos no pueden equivocarse. Y tus hijos, no son tus hijos. Son hijos de la vida. Acéptalos, dejálos crecer, y levantar vuelo por sí mismos.
En otros ejemplos, cuando los padres no respetan al contrario, lo verán como un enemigo a quien derrotar, más que como a un rival con quien jugar, y cuando la familia, no atiende ni alienta en los partidos o entrenamientos al niño, lo percibirá como una falta de interés en sus logros, y en su persona, una de las principales causas del abandono deportivo.
Es cierto que todos quieren ganar, pero el deporte también te enseña, que no todo se puede tener, que no siempre todo sale como lo planeamos. El deporte contiene gran parte del drama de la vida, frustración, caídas, incertidumbre, dolor, y se debe ayudar al niño a tolerar estas situaciones, de tal forma, que pueda dar siempre lo mejor de él, transformando al deporte en una sana y constructiva manera de aprender, y formarse como persona.
Aquellos que reciben el apoyo de su familia, pueden disfrutar, divertirse, entran a la cancha tranquilos, esperando compartir un sano tiempo con sus amigos, sabiendo que sus padres están ahí afuera para acompañarlos, no para criticarlos, o presionarlos, sino para ir construyendo confianza, apoyo y autoestima, herramientas tan necesarias en su formación. El deporte es una manera de canalizar las emociones, y la agresividad. No bloqueemos esa sana finalidad para tener hijos sanos física y mentalmente. Que el deporte sea para él, una manera saludable de aprender, divertirse y formarse plenamente como persona.
Lic Julia Alvarez Iguña
Psicología del deporte de Alto Rendimiento
j.iguna@hotmail.com
@igunajulia

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