Julia Alvarez Iguña

Julia Alvarez Iguña
Lic Julia Alvarez Iguña

Vida Cotidiana

Psicología on Line

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Psicología aplicada al Golf

Cuando la mente juega un papel fundamenal



Cuando físicamente vamos más allá de los límites, o ingresa la duda en nuestra realidad interior, el límite se rompe y surge una lesión. Una lesión duele más en la mente que en el cuerpo, y es compartida no solo por el jugador sino también por todo el entorno familiar.

Desde ya, no podemos negar que el rugby es un deporte de mucho contacto. Siempre en la vida de un jugador surgirá alguna lesión. Es totalmente previsible, y por sí sola no es siempre psicológica. Pero también se debe tener en cuenta factores mentales que pueden predisponerla.

La psicología ha contribuido en los procesos de rehabilitación, como así mismo en el estudio de conductas, observando que personas con niveles altos de stress poseen una mayor predisposición a sufrir una lesión. En estudios e investigaciones se ha demostrado, que el stress incrementa el aumento de lesiones debido a una alteración en las funciones de atención y concentración, bloqueos, y una marcada tensión muscular asociada al mismo.
Existen otras características personales que pueden predisponer a una lesión, como ciertos tipos de personalidad, jugadores con bajo sostén y presión familiar, situaciones donde prevalece la agresividad extrema debida al miedo de perder, la tendencia a la dominación y altos niveles competitivos, jugadores introvertidos que se lanzan en situaciones para demostrar su “supuesto” coraje, o deportistas que siguen jugando escondiendo dolencias por miedo a ser sacados del partido. Son todas situaciones donde se toman riesgos sin evaluar el peligro de la situación.

Algunos consideran la lesión como algo terrible, otros como una oportunidad para demostrar fuerza y valentía, para protegerse de comentarios ante un pobre rendimiento, o simplemente, para llamar la atención. El discurso de entrenadores y jugadores, impregnado de una alta competitividad, generan un elevado nivel de adrenalina, donde se sale a dar “todo”, donde el objetivo del juego cambia, generando niveles no controlados de ansiedad y tensión psicofísicas, predisponiendo a un desequilibrio entre las demandas reales del juego y la capacidad para afrontarlas.

En este sentido es de gran utilidad implementar técnicas para el manejo del estrés, como la relajación y visualización. Enseñar al jugador técnicas de recuperación de aliento, trabajar sobre creencias y mandatos erróneos de fuerza y poder, junto con estrategias psicológicas que permitan volver a focalizarse y centrarse en el juego. Enseñar al jugador a “hablar”, y a “aprender” a oír los primeros síntomas del cuerpo antes de que el cuerpo grite.

El entrenador debe poseer una comunicación abierta, y entender al jugador como una persona que le suceden cosas, saber oír y escuchar. Implementar charlas al final de los entrenamientos como así mismo ejercicios de relajación y distensión muscular. Luego, y a pesar de una buena rehabilitación, el fantasma del miedo a volver a lesionarse puede volver a instalarse en la mente del jugador, reduciendo su capacidad de concentración y rendimiento. Su manera de jugar ya no es la misma, hay “algo” que le impide ser el mismo jugador de antes.

Desde la técnica, sabemos que un buen movimiento, implica el uso de la cantidad exacta de tensión muscular. Una elevada tensión acompañada de duda y angustia, interfiere en la ejecución, ya que muchos de los nervios involucrados en la transmisión de mensajes del movimiento, están ocupados con mensajes de temor y ansiedad, interfiriendo en la ejecución de la destreza. La tensión comienza a dominar la motricidad, surgiendo contradicciones entre lo que quiero y lo que temo.


Se debe trabajar con esa parte subjetiva de la percepción y las atribuciones que hace cada jugador de la situación que enfrenta, cómo la interpreta, qué emociones entran en juego, qué valoración tiene de él mismo, cómo es su seguridad de juego. Cuanto más clara y centrada esté la mente, eliminando cualquier otra información que interfiera en la acción, más claro es su objetivo y por lo tanto más perfecta su ejecución.

Luego de una lesión, es importante establecer un sostén de confianza y seguridad con el equipo de medicina del deporte. El jugador necesita confiar en la palabra del profesional como proveedor creíble de confianza. Debemos pensar, que un lesionado es una persona que en cierta etapa de su historia tuvo una lesión y nada más, y que eso no significa que esa historia deba repetirse. Luego de un buen diagnostico y un seguro pronostico, el jugador debe integrarse al equipo, confiando en la palabra de su medico y entrenadores, que nada volverá a pasar, ya que su lesión está completamente curada.

Si luego de la rehabilitación, permitimos nuevamente la intromisión de la duda, diversos mecanismos de defensa para enfrentar una situación amenazante entran en juego. Nos olvidamos de jugar y la historia puede volver a repetirse.

Lic Julia Alvarez Iguña
Psicóloga especialista en Deporte de Alto Rendimiento
juliasports@fibertel.com.ar

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