Julia Alvarez Iguña

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Lic Julia Alvarez Iguña

Vida Cotidiana

Psicología on Line

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Psicología aplicada al Golf

LA LUCHA ENTRE LAS CREENCIAS Y LOS MANDATOS EN EL JUGADOR: El Superyo

Creo que a todos nos ha llamado la atención ésta publicidad donde un entrometido pájaro carpintero taladra la cabeza de la modelo, recordándole todos las obligaciones, los deberias, los tendrías, los mandatos e ideales que debe cumplir.
Los invito a observar la publicidad para demostrar, en cierta manera, como actúa el Superyo, representado en este caso por un pájaro carpintero, quien representa a las voces internas de nuestra conciencia. Pues bien, veamos que es el Superyo.



El Superyo es esa parte que se entromete en nuestros pensamientos en los momentos menos oportunos, no forma parte de ninguna habilidad deportiva, nunca es invitado a participar, pero siempre está allí, vigilando, criticando, mandando, observando nuestras acciones. Es esa parte entrometida, calculadora, criticona, que taladra continuamente, sobre todo en los momentos de presión donde se pone en juego la evaluación de alguna acción.
Un partido, o ciertos momentos de la vida, no son situaciones de distensión, marcan una exigencia de ganar en un medirse y probarse y, ante la probabilidad de no realizar lo esperado, actúa como un ideal tiránico juzgando desde ese vínculo sometido a normas internas.

Soy el Superyo que te dice que tenés que ir a entrenamiento, tenés que jugar bien, tenés que mantener tu posición, tenés que ir al gimnasio, tenés que ser buen jugador, tenés que cumplir con tu obligación, no podés fallar la jugada, tenés, tenés….” Si la acción no se realiza de la manera esperada, surge la culpa.

De donde proviene el Superyo

Cuando hablamos del aparato psíquico, nos referimos a la mente humana que está estructurada en tres regiones, niveles o lugares:

El Consciente, relacionado a las informaciones que recibimos del mundo y las experiencias que vivimos.
El Preconsciente, donde podemos acceder a la información allí almacenada por medio de la memoria.
El Inconsciente, es todo aquello de lo cual no nos damos cuenta y controla nuestro comportamiento.

Asimismo nuestra mente posee partes o instancias que lo complementan. Ellas son el Yo, el Ello y el Superyo. Estos sistemas están en continua lucha con nuestro Yo quien debe lidiar contra los impulsos, deseos, tentaciones del mundo externo -el Ello- y con los mandatos y creencias del mundo interno aprendidas de niños, el Superyo.

El Superyo, tema que hoy nos interesa, es el encargado de
La "conciencia moral" relacionada a la autoevaluación, la crítica y el reproche, los mandatos morales, es el juez de toda aspiración a un perfeccionamiento
“Los ideales” ligados a la autoimagen ideal de lo que queremos llegar a ser.

O sea, la conciencia moral vigila e impone sus normas morales para que los ideales se cumplan, Cuando te apartas del camino surgen esas voces internas dando aviso a lo que hicistes o estás por hacer.

Cómo se forma el Superyo

Cuando somos pequeños no poseemos moral, somos puro instinto. El Superyo se va desarrollando por la autoridad de los padres por medio del otorgamiento de pruebas de cariño y amenaza de castigos. “Si me porto mal no me quieren y castigan”.
Está formado por todo lo visto y oído de las personas significativas de nuestras vidas, padres, profesores, entrenadores, todos aquellos que dejaron una huella en nuestro ser.

Cuando somos grandes todas esas palabras y creencias actúan como un residuo de la antigua representación de esas personas que en cierta manera siguen allí, vigilando que todo se cumpla según nos fue enseñado. Te alertan antes de hacer algo malo, como asimismo, en esa continua evaluación te observa en el cumplimiento de los ideales que perseguís y se entromete antes de una acción listo para la critica.

Por ejemplo, antes de una jugada: ¿Y si errás? ¿Qué malo que soy en el juego? ¿Siempre hago lo mismo? ¿Nunca voy a llegar a nada? Estas son todas palabras y pensamientos según fuiste hablado, enseñado de chico por alguna persona significante que quedó impreso en tu forma de pensarte.
Todo lo visto y escuchado durante esos años de nuestra formación lo vamos introyectando, instalando ciertos aspectos de los padres dentro de nosotros. Esas conductas van siendo interiorizadas para luego ser sustituidas por los mandatos paternos del Superyo.

Ante una acción, y de acuerdo a la respuesta y mirada del otro, o a la interpretación que hacemos de la misma, oscilamos entre la euforia; “qué buen jugador que soy, merezco las mejores posiciones de juego.”; y el polo melancólico: “Soy un desastre, cómo puedo jugar así.” Y es de esa manera continuamos actuando igual que cuando éramos chicos para ser reconocidos y amados como lo hacían nuestros padres, seguimos acomodándonos a las expectativas de los otros. Se renuncia a la satisfacción del libre instinto por miedo a perder su amor.

Este Superyo puede influir de una manera muy débil, por ejemplo con padres permisivos y distraídos que muchas veces renuncian a sus derechos y obligaciones en la formación de los hijos, liberándolos a sus propias decisiones, formando adolescentes con incapacidad para reprimir sus impulsos y deseos, donde todo se puede ante la falta de normas y de límites.
Son hijos que no pueden resolver conflictos, decisiones ni soportar presiones según una norma establecida ya que nunca fue aprendida. Esta persona se acostumbrará a ser autoindulgente, ambivalente, carente de remordimientos entrando en un gran conflicto entre las propias creencias y los antiguos mandatos.

Pero también encontramos la otra parte opuesta, padres sumamente represores, entrometidos, acostumbrados a decidir por ellos mismos los deseos y respuestas de sus hijos, dejándolos con pocos modelos de elecciones futuras, con una rigidez en el Yo y grandes sentimientos de culpa. Generalmente incluimos en esta clasificación a las personas perfeccionistas; no toleran el error y confunden el ser querido con el cumplir. Valen por la efectividad y creen que son tenidos en cuenta en la medida que proveen éxitos y recompensas.

Creo que esto tambien podría ser pensado en cuanto a entrenadores demasiado distraídos o demasiado represores, y llegar a darse cuenta de la responsabilidad que poseen en la formación de nuestro menores.

Ya vimos que el sujeto necesita el reconocimiento positivo de los otros significativos. Salir de esa dependencia dependerá de una sólida confianza y alta autoestima, donde aprendemos a valernos por nosotros mismos y no de acuerdo a la respuesta del otro. Todo lo que pasó fue allá y entonces. Comenzá a valerte por todas las buenas palabras y significados por las que tambien hemos sido llamados y reconocidos. Lo malo forma parte de la historia, lo importante es lo que hagas vos con esa historia. ¿Vas a continuar repitiéndola? Pensalo.

juliasports@fibertel.com.ar

1 comentarios:

Master dijo...

saludos y los esperamos.
www.rugbyandfitness.blogspot.com

18/1/10 20:19