Julia Alvarez Iguña

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Lic Julia Alvarez Iguña

Vida Cotidiana

Psicología on Line

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Psicología aplicada al Golf

No hay atajos a la excelencia


No hay atajos ni caminos cortos a la excelencia. Para llegar es necesario pagar nuestras deudas físicas con un riguroso entrenamiento y practica de cancha. Se debe trabajar duro para conseguir fuerza muscular, mejorar la rapidez y perfeccionar la técnica para lograr un alto nivel competitivo. Pero no debés quedarte solo con eso, también debés trabajar el lado mental de tu juego.

En un importante match, la diferencia entre jugar bien o mal está entre tus oídos, en tu mente. Cuando en la competencia se alcanzan altos grados de tensión, para poder jugar con todo el potencial de tu nivel, depende de cuán bien podes competir mentalmente. En tu entrenamiento psicológico debés entrenar habilidades para mantenerte calmo, desarrollando la necesaria capacidad de anticipación y planeamiento de acciones. Mantenerse tranquilo y relajado ante situaciones de alta presión es el secreto para poder jugar de la misma manera como te has entrenado tan duramente en las prácticas. No es sólo tener ganas; es convicción y seguridad en lo que debés hacer.

¿Podés focalizarte en lo importante del partido y dejar lo irrelevante fuera del campo de tu atención?
La concentración es la clave de la excelencia. Si te desconcentrás ante diferentes estímulos, no serás certero. Los movimientos es un juego son a veces muy rápidos, y para poder jugarlo bien tu atención debe estar en el momento presente y en el exacto lugar, en el aquí y ahora.


¿Podés dejar atrás tu error reciente y concentrarte en la próxima jugada?
Jugadores que no pueden tolerar una equivocación, que se alteran en exceso ante sus esperables faltas, ya que son humanos, quienes cargan con el enojo durante el partido están dentro de la categoría de los que más cometen errores, ya que no pueden salir del pasado y enfocarse en el exacto lugar cuando la competencia lo requiere.

¿Sabés cómo evitar el bloqueo mental?
Esto requiere que puedas jugar “tu propio juego”, tus propios pensamientos y creatividad. Esto sucede cuando te dejas llevar y distraer por las jugadas e intimidaciones de tu adversario, su fortaleza, su fantaseada posición, tamaño, habilidad, reputación o en la importancia del resultado. Si te ocurre esto pronto te encontrarás mentalmente bloqueado y tus jugadas serán tentativas pero no certeras.

Un rival difícil y riesgoso nos da la posibilidad de valorar nuestra fortaleza en una competición exigida. En lo fácil nadie sobresale, estamos siempre en el medio. Muchas veces salimos a jugar con ese objetivo pero pronto éste cambia. En lugar de estar centrados en nosotros, comenzamos a medirnos con el rival, por el resultado, quien va arriba y quien abajo. Esta falsa motivación de demostrar que somos “los mejores” genera estrés, ansiedad, nos descontrolamos y descentramos del juego. El miedo logra su objetivo, de tanto pensar en su supuesta aparición, nos lleva a la derrota.

¿Podés jugar centrado en el 100% de tu activación?
En el deporte necesitamos un mínimo de activación para esperables resultados. Si estamos por debajo, surge la desmotivación, todo nuestro cuerpo funciona en menos. Si estamos sobrepasados jugamos en un 130% de activación, todo en más, debido a los nervios de la competencia. Siempre en algún momento habrán notado el aumento del ritmo cardíaco, descoordinación, apuro donde nada sale. Estas sensaciones se deben a que el nivel de activación del organismo ha aumentado por encima de lo normal. Para poder tener un buen rendimiento esto no debe suceder y, cuando aparece, saber dominarlo antes de que la ansiedad te domine a vos. Junto a ella aparece el exceso de temor, estrés, músculos agarrotados, fatiga; inquietud, duda de nosotros mismos ya que la información se procesa más rápidamente no pudiendo encontrar la respuesta adecuada. El organismo reacciona generando una sobreactivación biológica para poder responder de la manera más adecuada posible (huída o lucha) ante la amenaza.

El nivel de activación lo podríamos comparar con las cuerdas de una guitarra, tanto si la cuerda está demasiado tensa (nos enojamos luego de un error, jugamos al límite de nuestra adrenalina), como demasiado floja (distracciones, desmotivación, desatención) provoca que la guitarra suene desafinada. Bueno, imaginate que tu cuerpo es como esa guitarra, tiene que estar en su justo punto de tensión para responder de la mejor manera posible.


Como todo jugador tenés la obligación de trabajar fuertemente tanto tu parte física como la mental. No debés abandonar esta parte de tu entrenamiento. Generalmente, en todo en el mundo del deporte, la falta de confianza en nuestras capacidades, una insuficiente autoestima, el conformismo, el miedo a perder, el que dirán, atentan contra los buenos resultados.

Ningún juego es ganado sin la voluntad de ganar, la voluntad se refuerza por medio de un deseo y no de una necesidad entre el jugador y su objetivo. La necesidad se diferencia del deseo en que la primera nace de una tensión interna y cesa cuando encuentra su objeto. Se satisface y ya está. La necesidad se relaciona a la falta; corrí mucho, tengo sed y necesito tomar agua con lo cual cesa la necesidad.

El deseo por el contrario esta allí delante de nosotros, es el motor interno que nos pone en marcha; no tiende a la necesidad, no se relaciona a objetos de la realidad exterior, sino a la inconstante búsqueda de nuestra realidad, de nuestros ideales, pero no para cumplir con las expectativas de los “Otros”, ya que son nuestros propios ideales y ambiciones los que están en juego.

Julia ALvarez Iguña

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