Destrezas Psicológicas en el árbitro.
In Psicología del arbitrajeEs el menos conocido pero el más cuestionado, el más solitario y sin hinchada propia; sin embargo es sobre quien más recaen las miradas, encarna la ley, sin su presencia no puede comenzar el partido y su silbato es el que da comienzo al encuentro deportivo. Toma muchas decisiones por partido haciéndose responsable, cuando a veces los jugadores no lo pueden hacer en medio tiempo. Administra la justicia pero muchas veces no se lo considera,cargando con apodos como “réferi bombero”; el más suave de todos.
La psicología aplicada al arbitraje es relativamente nueva y de la misma manera que el deportista busca su máxima excelencia, los árbitros pueden desarrollar un elevado nivel de competencia al potencializar sus habilidades psicológicas. Así como el jugador se esfuerza por mejorar su actuación el árbitro debe exigirse para mejorar su desempeño, para convertirse en lo mejor que él pueda lograr.
El árbitro se encuentra en las mismas condiciones ambientales que los jugadores, con un desgaste físico igual o mayor, soportando presiones internas y externas. Las emociones forman parte de lo psíquico; los afectos afectan el pensamiento y las conductas, y esas funciones también están presentes en el que dirige. Más allá de conocer al detalle las reglas del juego, debe conocerse a sí mismo para poder trabajar sobre aspectos de su personalidad y carácter que pudieran influir cuando esos miedos, limitaciones y presiones aparezcan.
En el entrenamiento psicológico con el árbitro se abordan las habilidades necesarias como ser:
-La motivación centrada en uno mismo; separando lo individual de lo grupal.
-El control del nivel de activación bajo presión (nivel de activación óptimo).
-El estrés y la ansiedad.
-La atención y la concentración.
-La autoconfianza y el autocontrol.
-Comunicación verbal y no verbal con los jugadores, entrenadores, árbitros y asistentes.
-La toma de decisiones.
-Capacidad de tolerar un error.
El estrés está siempre presente en el deporte y lo consideramos como la respuesta del cuerpo a las diversas demandas del exterior produciendo un desequilibrio emocional. Ante situaciones de estrés respondemos de tres maneras distintas: lucha, inhibición o huida. Por ejemplo, ante una situación de presión y basado en la seguridad de sus principios profesionales, la enfrentará de una manera tranquila y justa no dejándose influir por factores externos. Si su respuesta es la inhibición, dejará que las cosas sucedan no pudiendo ejercer el poder inferido, dejando que el juego se desarrolle con penalidades, agresiones o gritos; y en la huida simbólica, tratará que el partido termine lo más rápido, tratando de pasar lo más desapercibido, no viendo la hora del silbato final.
Cada árbitro debe aprender a manejar e identificar sus niveles de activación, es decir, el estado óptimo del organismo tanto físico como psicológico para rendir en su máximo potencial. Si su nivel de activación es bajo, podríamos hablar de un 70%, influirá en su capacidad atencional, se encontrará disperso con una baja concentración en las jugadas y, por lo tanto, generando confusión en sus fallos, una mala comunicación con los jueces de línea y los jugadores.
Contrario a esto, si está demasiado activado, por ejemplo en un 120%, la sobreexcitación le impedirá observar movimientos y detalles importantes para una mejor toma de decisiones, pues su atención se encuentra dispersa entre diferentes estímulos. Esta sobre-aceleración influye también en su rendimiento físico ya que aumenta la tensión muscular y favorece la descoordinación motriz. Cuando éste es prolongado en el tiempoy no puede encauzarse nuevamente la energía de forma positiva, produce agotamiento físico y psicológico como el cansancio y la fatiga.
El sistema nervioso tiene una reacción proporcional al estado de activación, y el sistema neurovegetativo el cual se dispara ante situaciones de estrés, genera un desequilibrio en las funciones cognitivas. Esto afecta directamente la toma de decisiones, ya que la entrada de demasiada información en el campo atencional genera desorden y confusión. Asimismo, aumenta el estado de alerta, la tensión muscular, se incrementa la tasa cardíaca produciendo más cansancio y fatiga ante el consumo masivo de azucares en sangre.
Para el manejo de la ansiedad deben practicar técnicas para el manejo del estrés como ser; la respiración, la relajación y la visualización.
En cuanto al uso de la comunicación, ésta posee tres características:
La verbal, donde incluimos la voz, el tono y la expresión de los mensajes emitidos.
El lenguaje corporal, trasmitido por medio de señas, gestos, expresiones del rostro, postura, forma de caminar, etc.
El uso adecuado del espacio arbitro- jugador que se divide en íntima (20 cm), personal (50 cm) y social (1 metro). En este espacio no debe hablar ni mucho ni poco, ajustándose solamente a las acciones del juego, simplemente observando lo que sucede y aplicando la sanción correspondiente.
Una buena comunicación posibilita mensajes de credibilidad y justicia, mejor control técnico-físico del partido, mayor capacidad de toma de decisiones y mejor comprensión del reglamento. Debe prestar atención no sólo a lo que se dice, sino a cómo se dice. El árbitro está continuamente comunicando por medio de su lenguaje no verbal, donde muchas veces un gesto dice más que un conjunto de palabras.
El árbitro es el guardián del espíritu del juego, instaura el orden, controla acciones en décimas de segundo pero si hay una cualidad que sobresale en ellos es el autocontrol y su rápida acción cuando “hay que decidir”.
En el próximo encuentro hablaremos acerca de su función e implementación en la toma de decisiones, en la capacidad de selección entre diversas alternativas, en su confianza y en la capacidad para juzgar y controlar las conductas y las situaciones del juego.
Lic Julia Alvarez Iguña
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