El especial clima psico-social que genera la convivencia
In deportes de equipoLuego del último mundial y debido al éxito obtenido de muchos jugadores, algunos fueron llamados para jugar en el exterior. Esto produjo una ruptura en el equipo, ya que solo volvieron a juntarse al ser convocados para algún evento aislado. Esta desunión produjo que el grupo se desmiembre perdiendo parte de su identidad. Para ello era necesario que el equipo se reencontrara para lograr nuevamente la esencia de ser PUMA.
Uno de los factores que ayuda a la cohesión de un equipo es por medio del especial clima psico-social que genera la convivencia, las giras y todo aquel evento que ayude a que el grupo permanezca unido durante cierto tiempo. Este ha sido uno de los objetivos del “Operativo Pensacola” donde más allá de desarrollar el aspecto físico y establecer las bases para un juego sólido, se transforma en una gran oportunidad para desarrollar el aspecto humano del grupo.
La palabra equipo deriva de skip, vocablo noruego que significa barco, donde una vez que te embarcas ya no podes bajarte hasta nuevo puerto. En su tripulación hay diferentes roles, capitán, marinero, oficiales, hasta el cocinero cumple una función y un rol especifico. Cada uno depende del otro. Lo mismo sucede en un equipo deportivo.
Un equipo está integrado por:
• Un número reducido de gente.
• Relaciones intensas.
• No existe el jugador estrella.
• Estructurado por grandes relaciones afectivas.
• Donde surgen diferenciación y aceptación de roles.
Tiene una misión: “Si estamos juntos nos salvamos, al que se van por afuera lo liquidan”
Toda convivencia no es fácil. Supone aceptar y respetar las diferencias, adoptar un estilo de vida común basado en normas grupales utilizando los mejores recursos de cada uno para adaptase a una nueva estructura, donde el equipo es el que otorga y da un lugar y posición a cada jugador constituyéndolo como tal. Este compartir permite relacionarse con lo más grandioso de cada uno, renunciando a intereses personales y motivados por una meta en común. Cuando hablamos de “quince que son uno”, nos referimos al proceso de cohesión grupal, a la tendencia a mantenerse unidos, a aprender a “pensar juntos”, prevaleciendo el equipo por encima de lo individual.
La cohesión es el concepto de nosotros, es una mente colectiva donde nadie es diferente y donde nadie sobresale de los demás. Esa es la clave, día a día se respira la competencia como un desafío en común. Este clima de colaboración y pertenecía integra las fuerzas de atracción del grupo fusionando las relaciones interpersonales para lograr la eficiencia grupal.
[Image]“El estar juntos” promueve una escucha abierta, no sólo de éxitos, sino también de conflictos, discrepancias, diferencias, insinuaciones y quejas. La fortaleza de un equipo también es poder escuchar todo aquello que a veces no queremos oír, que a veces lastima, pero que nos fortalece al obtener una mirada focalizada en un único objetivo de juego, lo que me cambia y me fortalece.
Esta unión grupal del día a día da lugar a la creatividad, al saberse apoyado por el que tengo al lado, es el triunfo de la confianza y el estar certero para poder compartir cualquier clase de jugadas, con el que está al lado mío y me la pide, o con aquel otro que siempre aparece con toda la locura desplegada para dejarse llevar con su espontáneo genio, o con ese otro que siempre está ahí, en el lugar esperado, donde más allá de la técnica para hacer “la jugada” sobresale por su inteligencia desplegada en acción. Esto surge en la convivencia diaria, al permanecer tanto tiempo juntos, al saber cómo tratarse y como reacciona cada uno ante diferentes situaciones.
Esta adhesión, pertenencia, fusión, unión da lugar al sentimiento de pertenecer, a sentirse parte de un proyecto determinado, dando lugar al hambre de crecimiento y de gloria.
En su capítulo sobre "Funcionamiento del Atleta Autoeficiente: el ejercicio de Control", el psicólogo Alfred Bandera sugiere que "los entrenadores pueden influir en el desarrollo y mantenimiento de auto-eficacia centrándose en lo que los jugadores pueden controlar personalmente, como la mejora y la superación de sí mismos, y no en los resultados incontrolables, tales como ganar. " Las interrelaciones entre los jugadores y el director técnico, definen el estado emocional general del equipo centrado en el proceso más que los resultados.
Si el grupo da lo mejor de cada uno, generando confianza y seguridad, se torna más eficaz en su toma de decisiones y en el dominio de situaciones frustrantes que pudieran suceder. El equipo depende del clima psicológico que genere esta unión, del estado de ánimo en que se encuentre y permanezca más allá de cualquier y normal adversidad que se produzca.
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