Una manera de evaluar
cómo está el equipo, consiste en la aplicación de entrevistas y cuestionarios a
los deportistas, con el fin de detectar cuales fueron las conductas y emociones
sentidas en un partido, tratando de encontrar información a cualquier tipo de
alteración psicológica que, de no tratarse a tiempo, podría interferir en el posterior
rendimiento deportivo
Estas fueron las
respuestas obtenidas después de un partido por los jugadores.
1.
“Estamos desconcentrados. No tenemos posiciones fijas y jugadas
individuales. Inconductas y penales
tontos”
2.
“Noté una desconcentración total de los quince, sentí mucha culpa por la jugada que no me salió al
final del partido”
3.
“Presión,
sin tackle, sin defensa. Nos va a pasar
lo mismo el sábado que viene, No encuentro una explicación. Hay un equipazo
y no logramos resultados ”
4.
“Dentro de la cancha falta de unión y onda. Nos llevan por
delante. No hay equipo. Solo tres demostraron técnica de tackle y
posiciones”
5.
“Nos vamos al descenso y tengo bronca y miedo. Si seguimos perdiendo
¿Cómo vamos a hacer contra XXX? Nos va a
pasar lo mismo. Hay que mejorar en tener la pelota”
6.
“Jugadas de line, no dan bola al 9. No nos
desconcentramos, pero nos dispersamos.
Nos falta corazón”
7.
“Falta
de confianza. Juegan más con los importantes. Problemas de cabeza”
8.
“Si no cambiamos nos vamos a la B. Hay
compañeros que no respaldan ni defienden. Falta actitud, compromiso de obtener metas. Es un equipo fino, pero
de vestuario frió. Falta lo interno,
lo individual y colectivo. La emoción contagia, eleva el espíritu del equipo. Sin garra ni corazón, no se puede jugar”
9.
Juegan a cumplir. Salen a no aguantar y
a figurar. Los tacklean y no se
levantan, y si lo hacen lo hacen tarde. Corren a no llegar. Siempre dependen de un salvador y que hoy no
hubo. El equipo se rinde, son
cagones, amargos. No sabe más que decirle. No tienen sangre, no les duele. El
va con todo pero hay muchos jugadores que son gallinas. No hay amor propio.
Si tomamos el
discurso individual de cada jugador, de una manera global, encontramos un equipo
desvalido, desesperado, sin confianza en sí mismo, ni en los demás, con
pensamientos extremos y centrados en el resultado.
Subyace un miedo
inconsciente, una señal que indica una desproporción entre lo que se enfrentan
y los recursos con que cuentan.
El miedo siempre va a
estar. Es inevitable, pero depende de la capacidad del equipo de enfrentarla y
tomarla como un desafió y no como un obstáculo. Si van a perder, ir a perder
sin miedo, al menos persistir en el intento. Dará bronca pero no queda nada
adentro. En la vacilación, en porque no se hizo esto o lo otro, se permanece en la duda. Hay que
trabajar con rendimiento, después mirar el resultado.
Para ello hay que
trabajarlo tanto individualmente como colectivamente. El miedo en sí mismo no
existe, sino en la imaginación de cada jugador, en el error y en volver a
repetir esa situación. Temor a re-encontrarse con el intolerable sentimiento de angustia que genera. Estamos hablando
de un miedo emocional, de un miedo psicológico. Cuando tiene mucho peso la
connotación de la acción se compite contra eso.
Hay un jugador que
habla de culpa, que es lo que
generalmente se asocia con la derrota. El temor a cometer un error, fallar, es
una de las características que impide la acción, que inhibe el impulso hacia
los logros. Recordemos también que cuando hablamos de culpa, hablamos de una acción
implícita, y nadie tiene intención de hacer una mala jugada. Si no salió, ya
saldrá.
“Nos
va a pasar lo mismo”
Este es un pensamiento polarizado, una tendencia a ver las
cosas en términos absolutos, en blanco o negro que conduce al deportista a
categorizar todo, bien como un éxito o un fracaso total, más que aprender de
todas las experiencias. Hay que desarrollar la conciencia que lo importante es
hacer bien las cosas, y si creen que van al descenso, van a descenso. Profecía
autocumplida.
El entrenador John
Wooden, del equipo de básquet de Los Ángeles, se convirtió famoso por su dicho
“el equipo que comete la mayor cantidad
de errores, será el equipo ganador”. Si lo analizamos en detenimiento, es
correcto. Se basa en que un equipo hacedor
comete errores, y decía “Yo quiero
hacedores en mi equipo, jugadores que hagan que las cosas pasen”. Esto es
la antítesis de lo dicho por los jugadores: no tacklean, no llegan, no pasan la
pelota, nos llevan por delante, nos tacklean y no nos levantamos, depender de
un salvador, etc.; o sea, no es un equipo de hacedores, se evitan jugadas
porque el miedo los inhibe. La mejor manera de no equivocarse es no hacer nada
¿no?
Concentrarse en los
errores no ayuda a la excelencia. Se debe lograr un cambio en el pensamiento
general. Acordarse solo de las buenas jugadas. El éxito del partido anterior,
hay que aprovecharlo para cambiar la cabeza, para demostrar que sí se puede. En
un partido suceden muchas cosas buenas y malas. Lo negativo solo permite
reaccionar de la misma manera. De lo contrario si el jugador juega con
confianza, ante una situación peligrosa la realizará de acuerdo al sentimiento
de grandeza de sí. La autoconfianza se piensa hacia atrás y hacia delante, se
alimenta de logros y recordemos que las personas sólo son capaces de realizar
aquello que creen que pueden hacer.
Julia Alvarez Iguña
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