Julia Alvarez Iguña

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Lic Julia Alvarez Iguña

Vida Cotidiana

Psicología on Line

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Psicología aplicada al Golf

Huevos o Actitud



Muchas veces escuchamos “no se mostró actitud”. En el vestuario la arenga refuerza “hay que poner huevos”. El gráfico también la relaciona a los testículos. Me quedé pensando ¿Cuál es su relación? Traté de averiguar una nueva definición desde la psicología ¿Qué diría nuestro querido Mr. Freud al respecto? Ante la falta de motivación de sus neuróticos pacientes, le diría ¿hay que poner más huevos? O tal vez, “Se debe demostrar más actitud ante los hechos”.

Para tener actitud, ¿Hay que poner huevos? o viceversa, tener huevos es tener actitud. El huevo o la gallina. Pues bien, veremos.
Todo comienza con el mandato paterno en tratar de formar hijos fuertes y con valía, eso ya lo sabemos. El rugby es un deporte de hombres, ¡Hay que aguantar! ¡Apretá los dientes! ¡Los hombres no lloran! En este deseo, que parte desde la formación de la subjetividad masculina/femenina,  se va fundando la rivalidad edípica, la imaginaria castración, donde para poder hay que tenerlos, y bien puestos.
Pero tener huevos no es fundante de la masculinidad. Es una demanda cultural implementada por la cultura en la necesidad de construir un modelo, y que en ciertos casos, genera defensas paralizantes al no poder alcanzar ese ideal.

En su significado más profundo, la actitud es una disposición especial del ser humano. Se expresa en la capacidad de responder de acuerdo a experiencias pasadas que guían e influyen en el comportamiento. La actitud es un reflejo de nuestro interior, es la expresión de nuestros valores, creencias, forma de actuar y pensar.

Se diferencia de las expectativas, ya que el éxito, no depende de situaciones favorables, sino de uno mismo. En su manifestación, influyen las emociones y afectos agradables o desagradables, las creencias y la firme disposición de jugarse en el intento.
Si bien el desarrollo de una buena motivación está a cargo del entrenador, la acción de llevada a cabo, forma parte del jugador basada en su buena actitud hacia lo aprendido y valorado como necesario para él y sus compañeros.
La actitud es el reverso del miedo, es el “dar todo“ más allá del resultado. En la derrota también se demuestra la actitud en la manera de enfrontar la adversidad, en el bancársela pero con dignidad y orgullo por lo que se hizo. Perder no es un fracaso, sino considerado como una manera de juego que no funcionó. En lugar de deprimirse e identificarse con el resultado, se entrena más fuerte, se solidifican los puntos débiles y se sigue adelante más allá de posibles críticas y comentarios externos. Es el perfil del atleta guerrero, del que da batalla a toda costa.
 



De acuerdo a nuestra actitud decidimos: jugar bien o no jugar, entrenar lo máximo o de acuerdo a nuestro estado anímico, dar todo o darnos por vencidos. Por medio de la actitud nos hacemos responsables o culpamos a los demás de lo sucedido, enfrentamos la verdad o mentimos, lideramos o delegamos.
En el deporte, donde siempre hay una segunda oportunidad, está dentro del ser humano alcanzar la realización plena de su esfuerzo. Por más mínima que sea, tiene valor, y no debe menospreciarse. Algunos podrán realizar grandes maestrías, otros pequeñas. En ambos la actitud está presente. Recordemos que la actitud no se mide por la cantidad, sino por la calidad de la acción donde se miden las acciones y reacciones. El deporte no se basa solamente en  ganar, en él está implicado “las ganas de ganar” y “cómo competir” para vencer. No es tu aptitud, si no tu actitud lo que marcará la diferencia.

Lic Julia Alvarez Iguña



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